Nuestra capacidad para despertarnos está dictada por nuestra actividad cerebral y ritmos corporales. Los sueños tienden a ocurrir durante el sueño de movimientos oculares rápidos (REM), que se caracteriza por patrones cerebrales similares a los que estamos cuando estamos despiertos. Las transiciones sueño-vigilia están reguladas por el cerebro y factores externos como la luz y nuestro ritmo circadiano.
Si bien puede ser frustrante que un sueño se interrumpa antes de que se perciba un pico o clímax, la naturaleza del despertar no está vinculada a ningún evento o emoción específica dentro de un sueño. Es parte de los ciclos naturales del sueño y no necesariamente se corresponde con momentos de intensidad percibida dentro del sueño mismo.