2. Estrés y ansiedad: Los niveles altos de estrés, ya sea por el trabajo, las relaciones u otras fuentes, pueden hacerte más propenso a tener pesadillas. El estrés puede alterar los patrones de sueño y hacer que sea más difícil permanecer en un sueño profundo, lo que provoca despertares más frecuentes.
3. Medicamentos y sustancias: Ciertos medicamentos, incluidos los antidepresivos, descongestionantes y betabloqueantes, se han relacionado con pesadillas vívidas. El consumo de alcohol, nicotina y cafeína cerca de la hora de acostarse también puede alterar el sueño y aumentar la aparición de pesadillas.
4. Condiciones médicas: Algunas afecciones médicas, como la apnea del sueño, el reflujo gastroesofágico (ERGE) y los trastornos neurológicos, pueden afectar el sueño y contribuir a las pesadillas. Estas condiciones pueden causar malestar físico o interrupciones en la respiración, lo que puede alterar el sueño y provocar terrores nocturnos.
5. Estímulos externos: Los sonidos, la luz o los cambios inesperados en la temperatura de su entorno para dormir pueden hacer que se despierte de las pesadillas. Los ruidos repentinos, la luz brillante o una cama incómoda pueden interrumpir el sueño y desencadenar sentimientos de miedo y ansiedad que provocan pesadillas.