En última instancia, la forma más precisa de determinar el género de una persona es preguntarle cómo se identifica. Sin embargo, existen algunas características físicas que comúnmente pueden indicar género, incluida la presencia de ciertos genitales o el desarrollo de características sexuales secundarias, como los senos o el vello facial. Además, ciertos factores genéticos y hormonales pueden influir en el género.
En general, si bien el sexo asignado al nacer puede proporcionar cierta información sobre el género de una persona, no siempre es un indicador preciso. El factor más importante es la autoidentificación, ya que el género es, en última instancia, una experiencia personal e individual.