Como resultado de estas creencias, muchas personas acusadas de brujería fueron sometidas a malos tratos, incluidos encarcelamiento, tortura y ejecución. En algunos casos, comunidades enteras fueron objeto de cacerías de brujas, que provocaron la muerte de cientos o incluso miles de personas inocentes.
El ejemplo más famoso de caza de brujas en el siglo XVI son los juicios de brujas de Salem, que tuvieron lugar en la Colonia de la Bahía de Massachusetts en 1692. Durante este tiempo, más de 200 personas fueron acusadas de brujería y 20 finalmente fueron ejecutadas.
La persecución de las brujas finalmente disminuyó en el siglo XVIII, cuando los ideales de la Ilustración y el racionalismo científico comenzaron a desafiar las creencias tradicionales que habían impulsado la caza de brujas. Sin embargo, el legado de estas persecuciones sigue siendo un capítulo oscuro en la historia europea.