La evidencia arqueológica sugiere que los pueblos de civilizaciones antiguas como los egipcios, griegos y romanos creían en la existencia de espíritus o fantasmas. En la cultura del antiguo Egipto, por ejemplo, se creía que el alma de una persona fallecida podía seguir existiendo después de la muerte y necesitaba recibir alimentos y otras ofrendas para garantizar su bienestar continuo.
De manera similar, en la antigua Grecia y Roma, existía una creencia generalizada en la existencia de espíritus, incluidos dioses domésticos, deidades y espíritus de ancestros fallecidos. A menudo se pensaba que estos espíritus podían interactuar con los vivos y podían ser benevolentes o malévolos.
En muchas sociedades tradicionales, como las de las tribus nativas americanas o ciertas culturas africanas o asiáticas, las creencias en fantasmas y espíritus siguen desempeñando un papel importante en las prácticas religiosas y las tradiciones culturales.
Como tal, es difícil precisar una fecha u hora exacta en la que comenzó la creencia en los fantasmas, ya que es un fenómeno profundamente arraigado que ha existido en diversas formas a lo largo de la historia de la humanidad.