La existencia de demonios tal como se describe en el folclore y en ciertas creencias religiosas no está científicamente probada ni está ampliamente aceptada en la comunidad científica en general. Por lo tanto, asignarles motivaciones o intereses humanos es especulativo y no está respaldado por un consenso científico. En realidad, nuestra comprensión de la psicología humana y las interacciones sociales proporciona explicaciones para muchos de los fenómenos observados históricamente atribuidos a los demonios sin recurrir a explicaciones sobrenaturales.