La percepción de Deméter como una diosa más que como un dios se alinea con el contexto cultural y mitológico más amplio de la antigua Grecia. En muchas sociedades antiguas, incluida Grecia, las diosas a menudo se asociaban con la fertilidad, la naturaleza y los aspectos enriquecedores de la vida. Lo divino femenino era visto a menudo como una fuente de vida, crecimiento y abundancia. Deméter encarnó estos atributos, representando el papel vital de la tierra y sus productos en el sostenimiento de la vida y la prosperidad humanas.
Además, en la mitología griega, había otros dioses asociados con aspectos específicos de la agricultura y la fertilidad, como Zeus, Poseidón y Dioniso. El papel único de Deméter como figura materna que representa la generosidad y el alimento de la tierra la distinguía aún más de estas otras divinidades masculinas.
También vale la pena señalar que el concepto de género binario (estrictamente deidades masculinas o femeninas) no era tan rígido en la religión griega antigua como lo es en algunas interpretaciones modernas. Las deidades pueden tener aspectos fluidos o dualistas, y sus representaciones de género pueden variar según el contexto y las tradiciones locales. Deméter, aunque percibida predominantemente como una diosa, también tenía conexiones con la esfera masculina a través de su papel en los Misterios de Eleusis, donde se la asociaba con el inframundo y la regeneración.
En conclusión, Deméter era percibida como una diosa debido a su fuerte asociación con la fertilidad, el crecimiento y las cualidades nutritivas de la naturaleza. Su divinidad femenina representaba el poder vivificante y sustentador de la tierra, que resonaba con las creencias culturales y mitológicas de la antigua Grecia.