Un ejemplo de animatismo es la creencia de que un río tiene un espíritu que puede ser apaciguado o enfadado. Esta creencia es común en muchas culturas indígenas, y muchas veces se asocia con la idea de que el río tiene personalidad y puede comunicarse con los humanos. En algunos casos, se cree que el espíritu del río es una deidad poderosa que puede controlar el flujo de agua, proporcionar peces y proteger a las personas que viven a lo largo de sus orillas.