En los tiempos modernos, la brujería suele abarcar una amplia gama de creencias y prácticas espirituales que se centran en la conexión con la naturaleza, la manipulación de la energía y el uso de rituales mágicos. Los practicantes pueden participar en meditación, lanzamiento de hechizos, adivinación, herboristería y otras formas de exploración espiritual. Si bien algunas brujas pueden seguir tradiciones específicas o identificarse con ciertas prácticas mágicas, el concepto de brujería se ha vuelto diverso y multifacético, e incluye tanto a practicantes solitarios como a miembros de aquelarres organizados.
Las brujas a menudo se representan como individuos con una conexión espiritual única que tienen la capacidad de ejercer poderes mágicos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la interpretación de la brujería varía según las culturas y los individuos, y no existe una definición única y universalmente aceptada de lo que constituye una bruja.