Normalmente no nos damos cuenta de nuestro punto ciego porque nuestro cerebro lo llena con información de las zonas circundantes. Sin embargo, es fácil de ver si cierras un ojo y sostienes un objeto pequeño frente al ojo abierto. Mueve el objeto hasta que desaparezca. Estás viendo el objeto con la parte de tu retina que no contiene el disco óptico.