La fuente original de la superstición no está clara, pero algunos creen que se originó en la antigua mitología romana y griega. En estas culturas, los espejos eran vistos como puertas de entrada al mundo de los espíritus y se pensaba que romper uno liberaba espíritus malignos o interrumpía la comunicación con los dioses. Otros tienen sus raíces en la Edad Media, cuando los espejos eran raros y caros, y romper uno se consideraba una pérdida importante y un signo de mala suerte.
En realidad, romper un espejo es sólo un evento accidental y no influye ni predice la suerte o desgracia futura de una persona. Es un accidente inofensivo que no debería causar ninguna preocupación.