Las brujas en el folclore occidental y la cultura popular a menudo se representan con piel verde y narices prominentes y aguileñas. Sin embargo, esta imagen estereotipada no se basa en fuentes históricas o espirituales, sino en caricaturas y representaciones artísticas centenarias que han reforzado estos rasgos físicos. En realidad, no hay evidencia ni descripciones históricas precisas que sugieran que los individuos de la vida real acusados de brujería tuvieran estas características físicas específicas.