Inicialmente, en México, la familia de Esperanza es propietaria de una gran hacienda y las piñatas son parte de su lujoso estilo de vida. Representan la abundancia y las alegres celebraciones de su vida antes de que lleguen las dificultades.
Mientras Esperanza y su madre enfrentan la pobreza y la discriminación en California, la piñata sigue simbolizando esperanza y resiliencia. A pesar de sus circunstancias, Esperanza recuerda la alegría de romper piñatas y utiliza este recuerdo para encontrar fuerzas.
Cuando los trabajadores migrantes se declaran en huelga, la madre de Esperanza decide crear su propia piñata para los niños para levantarles la moral y unirlos. El acto de hacer y romper la piñata se convierte en un símbolo de su resistencia y luchas compartidas, representando el poder de la unidad y la comunidad para superar las dificultades.
Además, la piñata también representa el creciente sentido de autodescubrimiento de Esperanza. A medida que aprende sobre su herencia y tradiciones mexicanas, la piñata se convierte en un símbolo de su identidad y orgullo por su cultura.
En última instancia, la piñata sirve como recordatorio de que incluso en los tiempos más oscuros se pueden encontrar alegría, resiliencia, esperanza y unidad, representadas por la belleza y el significado de este simple objeto.