En algunas tradiciones, se cree que colocar dos cabezas de pollo en el porche puede evitar que la mala suerte, las maldiciones o los espíritus no deseados entren en la casa o propiedad. La idea detrás de este ritual es que la presencia de cabezas de pollo distraiga o confunda a las fuerzas del mal, impidiéndoles causar daño.
Además, en determinadas culturas, se cree que las cabezas de pollo simbolizan vigilancia o vigilancia. Al colocarlos en el porche, se piensa que la casa estará protegida y se observará o frustrará cualquier peligro o amenaza potencial.
Es importante señalar que esta práctica se basa en el folclore y las supersticiones más que en evidencia científica. Su eficacia es en gran medida una cuestión de creencia y varía según el contexto cultural.